Los perros son descendientes directos de los lobos, comparten el 99,99% de los genes y de los sistemas orgánicos.
Los ancestros caninos cazaban su propio alimento para sobrevivir, su sistema digestivo estaba acondicionado para la ingesta de lagartijas, liebres, ciervos y otras especies de animales. En una jauría los primeros en alimentarse eran los líderes, que gozaban del privilegio de comer las vísceras de las presas, donde también se encontraba el alimento que la presa había ingerido (pasto, raíces, frutas y otras hierbas). Esta ingesta de hidratos de carbono correspondía al 10% de la ingesta total, y de aquí se obtenía una variada fuente de vitaminas y lípidos.
Las proteínas de alta calidad eran aportadas por los músculos de la presa, y en los huesos encontraban la fuente natural de calcio necesario para el organismo.
Es importante saber que todo alimento crudo y fresco tiene un 80% de agua, esto es de gran utilidad para todo el sistema, especialmente para los riñones y vejiga.
El sistema digestivo es uno de los encargados del sistema de defensas del organismo, en el tubo digestivo se encuentra la Microbiota que hoy es considerada un órgano más por su importancia en la salud de todo el organismo. Por esta razón debemos comprender que la condición del sistema digestivo es de vital importancia para el funcionamiento correcto de otros órganos y para contar con un sistema inmunológico óptimo.
De la evolución del lobo salvaje aprendimos que sus descendientes, los perros, tienen que comer como máximo un 10% de hidratos de carbono, preferentemente frutas y verduras, evitando los cereales.
La mayoría de los balanceados están compuestos por 75-80% de hidratos de carbono y no son precisamente frutas y verduras sino cereales como el maíz, trigo, soja y otros. Los cereales se empastan en el intestino y el sistema de defensas queda comprometido.
Una simple comparación: para los seres humanos el balanceado sería equivalente a una ingesta de azúcar refinada y comida procesada.
Son muchos los casos de perros con bocas llenas de sarro, caries y otros defectos como parásitos y enfermedades alimentarias.
Recordemos que al ingresar al organismo, los hidratos de carbono se transforman en glucosa, un exceso de glucosa atrae gran cantidad de parásitos que luego trataremos de eliminar con antiparasitarios. Al eliminar los parásitos también estamos causando graves daños en la Microbiota del sistema digestivo.
Como observamos anteriormente, el alimento fresco y natural contiene alrededor de un 80% de Agua. Aunque no parezca, la carne, las vísceras, las frutas y las verduras tienen un gran porcentaje de agua.
El balanceado tiene como máximo un 10% de humedad, los de peor calidad solo tienen el 2%, esto se traduce en “micro-deshidrataciones” diarias: al ingerir ese alimento extra-seco, los perros deben fabricar gran cantidad de saliva que es extraída de su propio sistema, por ello apenas terminan de comer se van a tomar agua.
El alimento balanceado contiene proteínas de muy baja calidad, suelen contener plumas de pollo y en algunos casos melamina. Por otro lado, en las marcas premium fueron sometidas a tanto refinamiento que su valor es casi nulo.
Las proteínas por excelencia provienen de la carne en su forma más elemental: carne cruda.
No negamos la practicidad de los balanceados. Desde nuestro punto de vista la variedad es salud por lo tanto podemos darle balanceado comercial a nuestros perros, pero es mejor intentar que no sea la única comida que ingieren. Si la base de nuestra alimentación fuera comida rápida o fast-food, cualquiera podría asegurar que nuestra salud se vería afectada rápidamente.
En el próximo articulo de la serie “Alimento como Medicina” compartiremos información para empezar a incluir alimentos frescos y naturales a la dieta de nuestros amigos, ex-lobos, hoy perros. Queremos que la salud sea algo positivo no solo para el perro, sino para todo el grupo familiar.